jueves, 3 de abril de 2014

Comienza el trekking

19:57 de una oscura noche en Birethanti, oscura porque no hay luz desde hace días. Grandísimo invento la lámpara frontal.
Si me hubieran pedido una descripción de cómo creía que era un albergue de los Himalayas, se hubiera parecido bastante al Waterfall hostel, y menos al hotel con habitaciones en suite al que iba destinada, y que me ha sido arrebatado por 26 guiris, para disgusto de mi guía. Pobre, no sabe que he hecho el camino de Santiago y el Landmannalaugavegar de Islandia, en mucho peores me he visto. Aquí tengo habitación, lujazo.
Total, sólo he tardado 7 horas en llegar de Kathmandú a Pokhara (dice Soros, el guía, que es una buena marca). 7 horas por carreteras de tráfico imposible: camiones multicolores, motos, autobuses "tourist only" y autobuses "nepalese only", que no tenían el letrero, pero se entendía quién podía viajar en cuál. El paisaje, barrancos aparte, casuchas al borde de la carretera ofreciendo comida y alojamiento a los usuarios de la highway (tiene ironía llamarle highway a un camino de tierra), campos de arroz, montes resecos a la espera de la temporada de lluvias y miles de detalles para ilustrar un monográfico sobre estereotipos del Asia pobre y las brutales diferencia sociales. Gigantones turistas apuntan con sus objetivos a la mujer-hierba, invisible bajo el fardo que carga, al tiro de dos bueyes trabajando un campo inundado, a las mujeres con vestidos rojos, morados, verdes y azules inclinadas sobre la tierra. Yo lo observo desde mi asiento en el autobús con aire acondicionado.
En la estación de Pokhara busco el letrero con mi nombre, entre el enjambre de letreros. Me recibe alguien, no recuerdo cómo se presenta, pero que me verá a la vuelta, Soros y Mr. Dev. Soros es un hombre de mediana edad (qué sutilmente indefinida es esa expresión), que nació en una aldea arriba, arriba en las montañas, pero que lleva 20 años viviendo en Pokhara. Habla algo de inglés, y está extremadamente atento a mis pasos. Mr. Dev dice llamarse Dev, pero Soros me dice cuando no nos oye que realmente es MISTER Dev. Creo que es adolescente, pero tal vez me equivoque. Tampoco tiene pinta de ser un gran porteador, pero igualmente puedo equivocarme.
Un pequeño paseo desde Nayapul nos ha traído a Birethanti. Realmente, un lugar dejado de la mano de los dioses, tapizado de restaurantes, tiendas y hoteles, que ofrecen lujos que ellos no tienen. Niños de postal de ONG me dicen "namaste", o me piden un boli, o me miran con curiosidad. Ancianas en cuchillas fuman y me odian desde sus ojos cerrados por las arrugas. Soros también se disculpa porque este pueblo no sea bonito. Le explico que está bien, que es lo que es, real. No le consuelo.
-Mañana será mejor, mañana y pasado veremos montañas, veremos los Annapurnas.

Nota: una de las muchas penalidades que sufren en Nepal es los problemas con la luz. Cortes muy frecuentes y de varias horas. No he tenido wifi casi ningún día del trekking, por lo que estos posts se publican con posterioridad, sin retocar más que la gramática y las erratas, pero, me temo, que sin fotos, porque la red es muy inestable y no hay forma de subirlas. Eso si lo consigo, porque en este momento en el hotel la luz es de generador. ¡Todo llegará!

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