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jueves, 28 de noviembre de 2013

Alojamientos en Japón-Corea del Sur: lo que tripadvisor no te contará

Por una vez, voy a dar unos cuantos datos prácticos, algo que no suelo hacer, porque me parece que es bastante fácil tener información sobre los sitios a los que he ido en este viaje (siempre podéis preguntarme lo que sea, que soy algo despistada y doy muchos datos por sabidos, o escribo con prisas y no me explico todo lo que debería)

En cuestión de alojamientos, las opiniones de primera mano sí me parecen muy importantes. Soy una tiquismiquis y miro muy bien dónde voy a poner mi mochilón a reposar; tiquismiquis no quiere decir lujos, esta vez he tirado mucho de youth hostel ("yusu josteru" en pronunciación japonesa, por si tenéis que preguntar direcciones), sino más bien intentar sacar el máximo provecho a mis yenes/wones y tener cierta seguridad de que voy a ser bien tratada.

¿Qué tipo de hotel he buscado en este viaje?

Japón: wifi, tatami, onsen-rotenburo, barato-barato. El wifi era requisito indispensable, las otras características, todas a la vez, era trabajoso encontrarlo. Todo son habitaciones privadas, salvo en el templestay. En Corea del Sur no me resistí a probar un hanok, vivienda tradicional, y quedé más que contenta. Tirando siempre para abajo en el presupuesto, pero rebuscando, se encuentran buenas opciones. Hay que agradecer que en estos dos países una habitación individual sí es a precio de individual, y no como en Europa, que pagas la doble. Así, los precios han rondado desde los 20-30 euros (sin desayuno), hasta los 60 (con desayuno y cena). Reconozco que la abeconomía y el yen menguante han ayudado a mi presupuesto: si el año pasado, en mayo, me llegaron a dar 80 yenes por un euro, este año los cambié a 129 yenes. ¡Todo un subidón para los europeos!

Sobre tatami o no tatami, es decir, habitación estilo japonés (washitsu) o habitación con cama, estilo occidental (youshitsu), yo siempre recomiendo, al menos, probar. Si vas a un país y duermes y comes lo mismo que en tu casa, te estás perdiendo una parte muy importante de su cultura. Para mí es comodísimo dormir en futón, pero hay casos de incompatibilidad manifiesta, tampoco es cuestión de sufrir en  el intento de inmersión cultural. Es como mi extrema occidentalidad a la hora de desayunar, aunque este año aguanté bastante bien, será que me voy adaptando.

Dicho lo cual, vamos a criticar (ruido de manos frotándose y risa malévola con eco de fondo):

Sapporo International Youth Hostel: no tenían habitación individual con tatami, pero sí un buen onsen, wifi en la zona común y máquinas expendedoras para tomar esa cervecita después de un duro día. Bastante bien comunicado, a escasos cinco minutos de una parada de metro, en una zona tranquila y con abundancia de konbinis, supermercados y tiendas varias. Hay desayuno japonés por unos 600 yenes, pero no puedo comentarlo, opté por el nada sano bollo y café de lata de máquina (no está tan malo como suena). Extra: me gestionaron a la perfección la visita al médico por la contractura. Me buscaron un médico, llamaron al taxi, recibían las llamadas de mi seguro, hasta me imprimieron en inglés la información sobre la clínica. Totalmente recomendable.

Dasisetsuzan Shirakaso Youth Hostel: fantástico youth hostel, casi a nivel de ryokan. Habitación washitsu, onsen y rotenburo, desayuno y cena japoneses, bonito edificio, wifi, entorno espectacular, a los pies del monte Asahidake. Única pega: una tipa un poco borde. Ya comenté en su momento que mostraban un interés muy grande en que llegase a tiempo al siguiente destino, que me podía ir sin desayunar si quería, que podía cancelar en cualquier momento sin cargos... Vamos, que había caído una pedazo tormenta de nieve,  estaba yo sola en el hostel y  no cubrían gastos conmigo. Se siente, así son los negocios. No era todo el personal el que insistía, sólo una tipa, bastante desganada y con poco interés por ayudar, en general, tampoco quiso echarme un cable con la programación del navigator (GPS). Aún así, está muy bien, tanto el lugar como las comidas, por no hablar de esos baños en el rotenburo, de noche, con la nieve cayendo... En fin, a mí eso me compensa, yo volvería sin duda.

Daisetsuzan Shirakabaso


Kussharo Genya YGH: otra joya de hostel, deliciosa comida, gran emplazamiento, muy buen ambiente, creado en parte por su personal y en parte por su arquitectura, un curioso edificio piramidal en el que las habitaciones se encuentran formando un círculo en la segunda planta, alrededor de un espacio central en la primera, en el que se dan las comidas o simplemente se pasa el rato viendo un partido de beisbol. Tal vez las instalaciones sean un poco básicas y estén algo viejas, pero todo funciona como tiene que funcionar y, repito, la comida es un lujo. Si hay dudas sobre qué hacer o a dónde ir, las resuelven amablemente. Todos los días Dai Watanabe, el "enlace" con los extranjeros, me buscaba sitios para visitar y me programaba el navegador (incluso habla unas palabritas en castellano). El que un rotenburo tan especial como wakoto esté a sólo media hora andando es sólo un añadido más a este gran hostel. Está claro que lo recomiendo, ¿no?

Hotel Area One Chitose: se trataba de pasar la noche cerca del aeropuerto, después de un día de carretera, así que elegí la opción "no complicarme mucho la vida" e ir a tiro fijo a un hotel business. En otros viajes en Japón he estado en los de la cadena Toyoko Inn y en los Dormy Inn, son un valor seguro. Para quienes conozcan la versión occidental de estos hoteles, advierto que no, no es lo mismo que un cutre-Ibis. El concepto sí, hotel de negocios, pero la forma de materializarlo no, estos están mucho mejor. Puede que las habitaciones sean algo pequeñas, como también lo son en los business de aquí  (no la de Area One, para ser individual estaba más que bien), pero la limpieza, la calidad de los materiales, la comodidad, el servicio, años luz. Detalle: onsen en la azotea, con sauna y cantidad de amenities, fabuloso. También hay que añadir el plus de ver la cara que ponen cuando les aparece una tipa cargando una mochila y pinta de acabar de bajar de las montañas después de sobrevivir a base de bellotas un mes. Con decir que no me reconocían después de pasar por la ducha y cambio de ropa...

Sukawa onsen: a los pies del monte Kurikoma, parece que está el Sukawa onsen. Digo parece porque entre la niebla y la lluvia, no vi el monte, sólo el onsen, pero habrá que fiarse de lo que dicen los mapas. Aterricé por aquí gracias a Megumi, que reservó habitación para que hiciésemos noche antes de subir al Kurikoma. Como podréis comprobar al entrar en su web Japanese only, es algo complicado dar con este sitio si no hablas y lees japonés, pero os animo a intentarlo: tiene un ambiente especial, años 60, quizá, o incluso 50, de la época en la que la mayoría de sus clientes fueron jóvenes. Habitaciones grandes, onsen y rotenburo enormes, gran comedor y grandes también las raciones. Absoluto aislamiento informático: ni wifi, ni ordenadores, ni nada parecido. Por un día, se puede sobrevivir, ¡ánimo!, yo pude. Aquí también encontré la respuesta a una pregunta que me venía haciendo desde hace algún tiempo, dónde vivía el personal de estos lugares ubicados en las proximidades del quinto pino. Fácil: en el propio hotel-onsen-ryokan. Incluso hay un montón de historias sobre madres solteras que se solucionan la papeleta viviendo y trabajando en estos lugares.

Gowoondang Hanok Guest House: complicado, si no imposible de pronunciar, lo sé. Irrelevante dificultad, el encanto de este hanok puede con todo. Muy bien cuidado y decorado con mucho gusto, las habitaciones están dispuestas alrededor del patio central, al que también da el comedor y los baños. Pequeñas, sí, claro, recordemos que estamos en una casa tradicional, para lujos están los hoteles de cinco estrellas. Aquí no sólo cuentan con el encanto de la construcción, también con el de sus anfitriones, Mr. Kim y su mujer, la cocinera encargada de preparar los suculentos desayunos (kimchi incluido, hace falta un poco de valentía para empezar el día con picante, pero mira, así espabilas fijo fijísimo). Mr. Kim habla algo de inglés y un japonés más que fluido, lo que me dio pie a pasar un momento divertido cuando atropellé unas frasecillas en japonés y el hombre flipó a colores. Gowoondang está a realmente cinco minutos andando de una parada de metro, en una zona llena de restaurantes, cafeterías, tiendas y mercados, y muy cerca de uno de los famosos palacios de Seúl, el Gyeongbokgung. Al igual que en las habitaciones estilo japonés, en los hanok se duerme en el suelo (que se calienta a través del sistema ondol, un invento coreano), sobre un colchón muy fino, en algunos casos no más grueso que un edredón. Así pues, si esto os representa un problema, mejor dejad los hanok para la visita turística. Si no es así y os veis con ánimo de zambulliros en la cultura coreana, espero que disfrutéis de este lugar, y dad saludos de mi parte a mi habitación, Fortune.








Golgulsa templestay: como ya conté aquí, lo de alojarse en un templo en Corea del Sur es bastante más que cama (suelo) y comida. El programa empezaba a las 4 a.m. y terminaba a las 20:00, así que nadie se me vaya a plantear los templos como una alternativa de alojamiento, porque se llevaría un buen chasco. Sí quiero comentar el aspecto práctico de la estancia en Golgulsa, por aquello de dar información de primera mano. El acceso al templo desde la parada de autobús puede ser algo pesado acarreando mochila (aún peor si arrastras maleta, por lo que me contó una chica): es una media hora andando por una carretera que pasa por un par de empresas químicas, algo que me desconcertó un poco, porque en su publicidad hablan de un templo en las montañas. Por suerte, el templo está subiendo una cuesta y medio escondido en el monte, por lo que las fábricas desaparecen de la vista. El primer edificio según entras al recinto a la derecha es la recepción, donde te cobran por adelantado (en metálico), te dan las instrucciones básicas, el programa de actividades y te acompañan a tu dormitorio, que puede estar en alguno de los edificios que se encuentran repartidos por todo el complejo (también te dan un mapa, al principio es normal el despiste). Las habitaciones son compartidas, con rigurosa separación hombres-mujeres, y al estilo tradicional coreano: dormir en el suelo (sobre un edredón demasiado fino, si no consigues juntar dos edredones de colchón puede ser incómodo) y con la calefacción ondol. Ducha caliente, eso sin problema, y comida vegetariana coreana. Leyendo en blogs antes de ir, encontré bastante gente quejosa por lo de no poder dejar nada de comida en la bandeja... Veamos, somo adultos, ¿no? Si es un buffet, coge de lo que te guste y que realmente te lo vayas a comer, no porque estés en un templo, sino por educación. Y si la fuente de verduras es sospechosa, prueba antes de llenarte el plato hasta los bordes. De hecho, el letrero de "coge sólo lo que te vayas a comer" lo he visto en más sitios en Corea, me parece una norma básica de comportamiento. Sobre el wifi, como se trata de meditar y dar pataditas, no lo han visto muy necesario, sólo hay en la sala de entrenamiento, y no te miran muy bien si estás ahí a deshoras dándole a la tecla.

Nahbi Guesthouse: el alojamiento perfecto en Gyeongju por unos escasos 20 euros. Habitación privada con baño (grande, grande, al menos para una persona), wifi, céntrico e, incluso, un desayuno básico self-service. Todo un modelo de cómo se pueden hacer bien las cosas sin complicarse mucho la vida: letreros por todas partes con información de autobuses, horarios de checkins, contraseña del wifi, mapas, desayunos... Todas las dudas resueltas sin tener que preguntar a nadie, de esta forma el que parecía único miembro del personal se podía dedicar a limpiar a fondo. Atención: buscan gente para trabajar 4 horas al día, a cambio de poder alojarse en el dormitorio común, por si alguien quiere aprender coreano y tener cama asegurada.

Apple Backpackers: elegí este hostel por ahorrar un poco, y para ver, aunque fuera de pasada, una zona de Seúl distinta a la del hanok. Error: los comentarios en internet sobre el ruido y el agua fría eran reales. Cierto que son muy amables, y que está a tiro de piedra del autobús al aeropuerto, pero, salvo por eso, no merece la pena. Las ventanas están puestas con chicle y se oyen todos los ruidos de un callejón con restaurantes que hay en la parte de detrás. Tal vez me podrían haber solucionado lo del agua caliente, pero cuando ya estás metida en la bañera, es un papelón salir para intentar conseguir una ducha decente. Además, la idea no es tener que pedirlo, saben de sobra que tienen un problema con el agua.

Sakura Hotel Hatagaya: no me acabó de convencer. Las habitaciones son tipo business, pero intentan darle un estilo mochilero, eso no me parece mal, aunque no me gusta mucho estar rodeada de iguales, prefiero mezclarme con la gente local. Las paredes son hipermegafinas, tanto que oyes hasta la más suave conversación en la habitación contigua. Tuve suerte y no me tocaron vecinos escandalosos, pero esto puede ser un problema. El personal es muy agradable, son atentos y receptivos: en un principio me habían dado una habitación al lado del ascensor, tan al lado que la maquinaria de éste estaba incrustada en la pared, con el consiguiente ruido. Pedí que me cambiasen y no pusieron ninguna pega. Puntos a su favor:  está bastante bien comunicado, a dos paradas de la estación de Shibuya, y por lo tanto de los autobuses a Narita y Haneda, y hay un buen konbini justo enfrente. 

Aquí va el cuadro-resumen (los precios están al cambio de hoy, 138 yenes por euro):


LUGAR
€/noche
WIFI
TATAMI
ONSEN
COMIDAS
¿Volvería?
Sapporo Int'l Youth Hostel
Sapporo
29
Sí**
No
No
Daisetsuzan Shirakabaso Youth Hostel
Daisetsuzan
60
Sí****
Desayuno y cena
Kussharo Genya Youth Hostel
Lago Kussharo
58
No
Desayuno y cena
Hotel Area One Chitose
Chitose
52
No
Desayuno
Sukawa onsen
Mt. Kurikoma
¿?*
No
Sí****
Desayuno y cena
Gowoondang Hanok Guest House
Seúl
45
Sí ***
No
Desayuno
Golgulsa templestay
Golgulsa
34
Sí**
Sí ***
No
Pensión completa
Nahbi Guesthouse
Gyeongju
20
No
No
Desayuno
Apple Backpackers
Seúl
25
No
No
No
No
Sakura Hotel Hatagaya
Tokyo (Shinjuku)
52
No
No
No
No
*Fui invitada por Megumi-san
**Wifi en sala común
***Habitación tradicional coreana
****También hay rotenburo











martes, 22 de octubre de 2013

Oda a los señores de los peajes

Día tonto, pensaba yo. Conducir hasta el hotel de Chitose, algo de parloteo con Cyndi, de sus trabajitos como voz de navigator y de otros asuntillos más rentables (tener una voz dominadora puede ser útil, dice), lavar ropa, tal vez un post sobre comida, en fin, poca cosa. Ay, qué mal lo he pasado.

 

Retomo el título:

Oda a los señores de los peajes,

oda a su amabilidad, oda a su competencia.

Oda al señor que me dejó volver a entrar en la autovía sin cobrarme, porque por allí no iba a encontrar gasolineras y por la autovía sí.

Oda a los del siguiente peaje que, cuando ya no me quedaba ni la reserva, sacaron cinco litros de su coche y me solucionaron la papeleta.

Oda a todos los que iban detrás de mí a 60 por hora, para gastar lo menos posible, y ni pitaron, ni me dieron las luces ni nada.

Oda a todos por seguir los cánones del japonés típico y tópico, porque si no, me quedo tirada y hubiera sido un papelón llamar a la asistencia en carretera en japanglish.

No tengo arigatous suficientes para agradecerles. Reverencia, reverencia, reverencia. De las de 90 grados.

 

¿Y cómo fue que llegué a este momento? Un cúmulo de circunstancias concatenadas para recuperar mi fe en el japonés medio. No, parecerá mentira, pero al principio de la mañana había tenido un par de palabritas con un imbécil con pinta de macarra jakuzero que me había dado las luces varias veces para que le dejara adelantarme. Tanta prisa tenía, que llegamos al 7 eleven los dos a la vez, es lo que pasa cuando haces el memo adelantando.

En fin, farfullando aún del macarra, me dice Cyndi que me meta en la motorway. A pesar de su nombre, y del peaje, la motorway no es más que una carretera con dos carriles, uno para cada sentido, separados por postes, y con muy pocas salidas, y, ahí vamos, NI UNA GASOLINERA EN MÁS DE 100 KILÓMETROS. Tal vez lo decían en algún cartel, pero estoy por asegurar que no avisaban. Tal vez, también, en alguna de las salidas hacia alguna población hubiera gasolineras, pero tampoco se anunciaba. Así a lo tonto, el depósito, que empezó más o menos por la mitad, se me iba vaciando (coche pequeño, depósito pequeño, ni 30 litros). "Tiene que haber un área de servicio enseguida". Pues mira, sí, pero sin gasolinera.

Empieza a parpadear el indicador. Sudores, escenarios terroríficos en mi cabeza: ¿cuántos kilómetros puedo seguir desde que empieza a parpadear? ¿Me quedaré tirada en este túnel de 5 kilómetros? ¿A quién llamo, qué hago? Calma, calma, suave, calma.

A catorce kilómetros una salida. OK, yo me voy de aquí como sea, algo habrá, ya encontraré luego el camino correcto, yo me salgo y listo. Los catorce kilómetros más largos de mi vida, creía. Y el indicador venga a parpadear, hala, dando ánimos. Cyndi calladita, la muy bruja. "Indicar gasolineras está fuera de mis funciones, darling". Yo me la cargo. "Mira, bonita, a ver si al final vamos a acabar mal".

Señor de peaje número uno: le explico, en todos los idiomas que creo necesarios, que realmente no quiero salir, sino que me he quedado sin gasolina, que por favor, me indique dónde puedo repostar. "En 20 kms., aquí no hay, la más cercana es en la siguiente salida." Aquí creo que el agobio no me daba ni para sudar. Rápidamente me indica que no, que no pague, que dé la vuelta y que vuelva a meterme en la motorway, que sí, que me queda suficiente en el depósito para llegar. Si él lo dice, si no hay más remedio que volver a esa carretera trampa, está bien, vuelvo.

Al menos, ya tengo la seguridad de que en la siguiente, problema resuelto. Vuelvo a disfrutar del paisaje, el otoño más deslumbrante que he visto jamás, eso ante todo, los bosques multicolores de Hokkaido. Cyndi confirma que hay un peaje de frente, que siga de frente, que por ahí está el paraíso de las gasolineras.

Pero, amiguitas y amiguitos, Cyndi tenía el mapa antiguo, no el nuevo, en el que la motorway llega derechita hasta Chitose. Vi una salida a la izquierda, me paré incluso, dudando, pero Cyndi insistía en que de frente, y ella me había guiado por los parajes agrestes del far East hokkaidense sin equivocarse ni una vez. Y seguí de frente, hacia la nada. No había peaje, la pesadilla seguía, más y más kilómetros encerrada, ni atisbo de un cambio de sentido, sin opciones: porque en ese momento, cuando me di cuenta de que tenía que haber ido a la izquierda, fue tan grande mi NOOOOOOOOOOOOO, que si llega a haber una remota posibilidad de hacer una pirula y saltar al otro sentido, no sé qué habría sido. En vez de Hokkaido llego a estar en Maine, y ya tenía a Stephen King en el asiento de atrás tomando notas de mi angustia.

No sé los minutos que pasaron, o las horas, ni la distancia. Realmente, no consigo recordar. Sé que, al final de algún túnel, de los muchos que había, vi una salida. Sé que giré a la izquierda, y que me planté allí y les enseñé el indicador de depósito, que parpadeaba casi más tembloroso que yo. Ellos fueron los señores del peaje número dos: corriendo, literalmente, me mandaron aparcar, uno llamó a otro, el otro a un tercero, todos se volcaron buscándome una solución, y disculpándose por hacerme esperar (¡increíble!). Finalmente, la conclusión fue sacar gasolina de uno de sus coches y pasármela al mío, que si me parecía bien, y que eran 795 yenes. Lo que sea, faltaría más, si no me llegan a cobrar estaba pensando en darles mi comida en agradecimiento (qué cosas pasan por la cabeza). Con recibo de la operación, que lo voy a enmarcar. Por si fuera poco, unos cuantos mapas para aclararme que el navigator no tenía ni idea, que la motorway ahora era mas larga (como te coja, Cyndi...), y que tranquila, con esto llegas a Chitose de sobra, pero si quieres, de aquí en adelante, todas las gasolineras de Hokkaido.

 

Atardecer desde el hotel de Chitose... Llegué!

 

lunes, 21 de octubre de 2013

Hoy es lunes, y llueve

De lo segundo me he dado cuenta casi toda la noche, ese dulce repiquetear en la ventana..., no, no he dormido mucho. Pero de lo primero, para darme cuenta de lo primero me he ido hasta Abashiri (échale casi una hora conduciendo bajo la lluvia) para ir al Museo de los Pueblos del Norte (los ainu entre ellos) y como tiene que ser un lunes, encontrarlo cerrado. Las vacaciones, que está una en la inopia.

Premio de consolación, a un kilómetro del museo:

Abashiri, sin embargo, es famosa en todo Japón por su cárcel-museo. Esta sí estaba abierta, pero no me apetecía lo más mínimo. Es para gustos, raras veces visito sitios donde sé que ha habido tanto sufrimiento, y por lo que se cuenta, este lugar fue especialmente cruel.

Camino de vuelta hacia mi zona (Kussharo), Cyndi, que ve me un poco chafada, me acerca al mar, a ver si me animo. Ni más ni menos que el mar de Okhotsk, un nombre que me sonaba a viajes de leyenda, me ha hecho una ilusión tremenda verlo y olerlo: un olor rarísimo en un mar, entre dulzón y levemente salado, casi diría que olor a cangrejo. Esto puede ser sugestión, porque justo he aparcado en el mercado de pescado de Abashiri, donde se vende y se come el cangrejo rey. Para sueldos de reyes, tal vez no sea temporada.

 

Y, en el horizonte, Rusia

 

 

Lo que le damos al mar...

 

 

La foto es gratis

Estos días en Hokkaido, que ya se me acaban, por esta vez, he visto paisajes increíbles, os he enseñado algunos, y otros simplemente son lo típico de la zona, lo que se repite en cada recta, entre pueblo y pueblo. Ya os dije que había muchas granjas, y que las edificaciones no eran las típicas del Japón más conocido. También ha habido carreteras bordeadas por bosques (la mayoría) en las que me habría parado cada dos metros, esas carreteras que salen en los anuncios de coches. Ahí va un poquito de lo mucho que he disfrutado:

 

 

 

 

 

 

 

 

Aún quedaban unas cuantas locuras de la naturaleza. Vamos al monte Iō (Iōzan). Desde un alto he visto un chorro de vapor, he pensado que sería una fábrica, alguna tenía que haber por aquí. Bien, si estáis por esta zona y veis vapor, casi al 100% segura de que va a ser una fumarola volcánica. El monte Iōzan digamos que está formándose, a chorro limpio, delante de nuestros ojos y nuestras narices: ese olorcillo a azufre que te hace pensar en huevos cocidos... Una montaña impresionante, fantástica como una novela de aventuras del siglo XIX, irreal.

 

¡Lo que crece en una zona libre de sulfuro!

Ayer Mashū-ko, el lago con las aguas más limpias del mundo (declarado como tal en 1931, qué cosas), y para los japoneses el lago más bonito, se me escapó. Y eso no podía ser, hoy he calculado bien los tiempos y las distancias (salvo lo de ser lunes). El tema de que se despejasen los cielos no estaba en mi mano, pero yo creo firmemente que sus aguas son las más limpias. En cualquier caso, un lago muy bonito, con una historia geológica aún mejor. En el centro de visitantes que está en el parking, además de poder comprar algún recuerdo más o menos tonto y de comer algo caliente (hoy hacía falta), explican la formación del lago en japonés con subtítulos en inglés. Se trata de una caldera volcánica, pero formada en dos fases. En la primera, hace 32.000 años, un volcán erupcionó dejando un cráter que forma aproximadamente el perímetro actual del lago. Y hace sólo 7.000 años, en otra erupción, aparecieron el islote Kamuishi y el monte Kamui, en un extremo. Ningún río fluye al lago, por lo que sus aguas provienen sólo de la lluvia y los deshielos, de ahí su pureza. Lo dicho, ese detalle no se puede apreciar en mis fotos.

El rotenburo Wakoto fue lo primero que vi al llegar a Kussharo; las experiencias nunca se pueden repetir, pero se puede intentar. Hoy no ha sido tan relajante para la cabeza; sí para el cuerpo, el agua estaba ardiendo; y para la vista, porque han aparecido decenas de gansos blancos, a los que yo tomé por cisnes. Ilusa, un cisne es un pajarito mucho más pacífico. Los gansos blancos son igualmente fotogénicos, pero unos escandolosos, qué griterío, un escándalo.

En este momento no sabría decir quién está más cansada, si yo, el iPad, o Enya, que lleva sonando unas cuatro horas como hilo musical en el hostel. Mañana vuelta a Sapporo y despedida de Cyndi.

sábado, 19 de octubre de 2013

Por tierra, agua y aire

Por tierra: datos, interesantes o no, sobre conducir en Japón. Como me presupongo que la mayoría, si va a conducir, alquilará el coche aquí (si queréis venir por tierra con vuestro coche, creo que hay un ferry desde Vladivostok, que no sería el primer caso), empezaré por desmitificar el tema del precio. Caro, pero no tanto, depende, por supuesto, del coche, y de los días que lo queráis. Así, puede llegar a salir por unos 50 euros al día, que es lo que te viene a costar en muchos sitios de Europa y, mira, también en Chile, pero aquí la calidad es infinitamente superior.

GPS, más conocido como navigator. Un infierno, al menos el de mi coche. De hecho, aún no sé cómo funciona. No tiene menú en inglés, así que le introduzco el dato del destino, tal y como me enseñó una de las trabajadoras del anterior hostel: pulsar Navi, luego el tercer botón, meter el número de teléfono de la dirección a la que vas, y dar al botón de la derecha. "¿Segura qué no hay que hacer nada más?", contesté, más bien incrédula. "Sí, sí, ya está." "¿Y con eso me sale la voz en inglés?", esa americana tan maja que me avisa con mogollón de tiempo de que tengo que "turn left in 400 hundred meters", pero sin pronunciar la "t", del mismo Arkansas ella. "Sí, sí, ya está" perdiendo la escasa paciencia que tenía, poco don de gentes para trabajar en un hostel. Pues no, no es suficiente, para que me hable y me salga el mapa, le tengo que dar a un montón de botones más, que nunca recuerdo, y apagar y encender el motor, la solución infalible, el mejor invento de la humanidad después de las lavadoras e internet (curiosamente, muy útil para que funcione el segundo). Pensaréis que en la oficina de alquiler me podían haber explicado... Podría haber sido así, pero no, no sabían inglés, me hicieron el favor de buscarme el teléfono del hostel, tocaron esos botoncitos mágicos, surgió la voz de miss Arkansas y, al salir del garage, como al salir de Rivendel, "Mordor, Gandalf, left or right?". Así llegué a mi primer destino, y supuse que ya me las arreglaría en los siguientes. Me las arreglo, pero sigo sin saber cómo. Encontraréis más datos sobre estos navi nipones en los foros (ahora los he leído, a buenas horas). Para ir a destinos sin teléfono tienen unos "map code" que, al parecer, facilitan en las oficinas de turismo.

Estilo de conducción: atención, estimado público. Hecho: en Japón no hay rotondas. Al menos, no en Hokkaido, y llevo unos 500 kms hechos. ¿Cómo se las arreglan? Pues como buenamente pueden, claro. En los cruces, el semáforo verde te da derecho a ir de frente, y si quieres ir a derecha o izquierda, esperas a que haya hueco. Por ahora no he visto tráfico muy denso, ni en Sapporo, así pueden funcionar que si no... Y si alguien creía que con lo educados que son, discretos, celosos de expresar sus sentimientos, no iban a usar el claxon, nada, otro mito destruido. Lo usan. No me preguntéis por qué lo sé, pero lo usan. Algunos semáforos en rojo, al igual que en el resto del mundo, son optativos. Lo que sí tienen es dedo para marcar el intermitente, ese que mucha gente tiene atrofiado en Europa y América.

Límites, señalización: hoy me he percatado de que las señales de stop no son hexagonales, sino triangulares, como las de ceda el paso. No questions, please. En cuanto a los límites de velocidad, había leído que en Hokkaido había muchos accidentes, en comparación con el resto de Japón, y que eran muy estrictos con los controles de velocidad. Se van a forrar a multas, porque si pones límite de 50 kms en una carretera secundaria y de 70 en una autovía, eso es utópico y puro afán recaudatorio. Ah, y 80 en la autopista, pero estaba lloviendo, ya veré lo que se puede si no llueve.

Toda esta chapa, por si a alguien le resulta útil y para descargar mis divagaciones, porque yo creo que la americana no es muy charlatana, sólo le interesan los cruces, va a lo suyo, por suerte para mí. Que no se entere de que hoy no me fiaba de ella y he sacado un par de veces mi GPS de monte, por comprobar si íbamos a donde íbamos o a Vladivostok.

Si no os interesa el tema de las tribulaciones automovilísticas: hoy he recorrido 200 deliciosos kms. por el norte de Hokkaido, desde Daisetsuzan hasta el parque nacional de Akan, y ha sido fantástico. El día fresco, soleado y despejado; los paisajes, abrumadores. Colinas suaves coloreadas con un collage de otoño, tantos tonos en una misma ladera, todas las gamas del ocre, los verdes, unas motas de negro de los abetos. Por encima de la colinas, formando coronas y murallas, las cumbres nevadas, brillantes bajo el sol frío. El primero que se me ha insinuado, el Asahidake:

Tendréis que creerme los tonos de las montañas, porque no podía parar más que a lo básico, era un camino largo. También creeréis, espero, que hay una gran, enorme, ingente cantidad de granjas y tierras de cultivo. Que apenas hay toriis (con lo que me gustan), y que las viviendas son casi todas estilo occidental, hay muy poco jardín tradicional japonés, ni tejados grises con las puntas redondeadas. En muchos rincones se podría pensar que estaba en otro país. Es lo que pasa con los tópicos.

Por agua: después de tanto coche, he llegado al hostel suplicando por caminos para hacer aruite, aruite (andando). ¿Os acordáis del señor aquel de Karate Kid, el que cazaba la mosca con los palillos? Debe ser que dejó en cine y puso un hostel aquí, igualito, igualito. Si cojo confianza daré pruebas gráficas. Bien, él me ha dicho de un rotenburo en el lago, a media hora del hostel. Rotenburo, no hay que decirme más. Luego resultó que era "el" rotenburo, uno que sale en las fotos promocionales con unos cisnes y unas japonesas muy moñas bañándose. Mis fotos son otras:

Lago Kussharo-Ko, con la isla Naka jima en el centro
El rotenburo Wakoto, al sur del lago Kussharo

Este rotenburo es "medio" salvaje. No hay taquillas, ni duchas, sólo una caseta de madera por si alguien se quiere desnudar dentro. Es mixto, claro, aunque hay una pequeña división entre zona de hombres y de mujeres. Para mí ha sido de los mejores en los que he estado, una paisaje tan delicadamente bello, el lago, la isla, las montañas...

Por aire: entonces, cuando estaba disfrutando del agua caliente, del cielo increíblemente limpio, han pasado los cisnes volando.

Bueno, pues ya está hecho el día.

 

 

lunes, 7 de octubre de 2013

¡Y van 3!

¿Otra vez a Japón? ¡Pero qué te dan allí! ¿No hay más lugares en el mundo? (de hecho, los hay, acabo de llegar de Chile) ¿Y lo de Fukushima? ¿No irás al norte, no? ¿Y también a Corea? Pero a cuál, ¿a la del norte o a la del sur?

Estas dudas existenciales y algunas más serán respondidas ¡EN VIVO Y EN DIRECTO!. O eso pretendo, darle vidilla al blog y lanzar entradas más o menos diarias (ya me estoy rajando... no, venga, algún día descansaré, o el wifi "no funcionará",  siempre nos quedarán los fallos tecnológicos como gran excusa).

He aquí el plan:

  • Hokkaido: estaré por el camino del mar del norte unos 9-10 días. Momiji (llego por los pelos), volcanes, delicias culinarias, lagos, conducir por la izquierda, cerveza (¡no a la vez!) y cascabeles para ahuyentar a osos hambrientos.
  • Tohoku: retomo el plan de 2011, cuando, por un día, me libré del terremoto. Me encontraré con la amiga que no pude conocer y me enseñará las maravillas de esta región. Más momiji, más montañas (de eso nunca hay bastante), la bahía de Matsushima y, quién sabe, ¿habrá karaoke? No hay que desperdiciar ocasiones de hacer el ridículo entre desconocidos.
  • Corea del Sur: Seúl, Golgulsa y Gyeongju. Sólo con aprender a pronunciar correctamente alguno de los sitios por donde voy a pasar, casi me conformaría. Una semana por este extremo del continente asiático, tiempo justo para ir de la DMZ a los túmulos funerarios de Gyeongju, pasando por prácticas de sunmudo (arte marcial budista), dormir en un hanok (casa tradicional coreana) y, quién sabe, alguna montaña (no, nunca son suficientes)
  • Tokyo: tres días maratonianos de citas con amigas y visitas pendientes (Tsukiji, Odaiba). Lo de quedar con amigas que también están de viaje por Japón puede ser especialmente divertido: eso de decir "nos vemos en Shinjuku para tomar algo", no sé, no me imaginaba yo que llegaría a decir nunca. Tampoco será para perderse cuando se den cuenta de mi nivel de desconocimiento de Tokyo (tendente a infinito) o de mi soltura al pedir en un izakaya, ese dedo índice que tan hábilmente señala y pide raciones en cualquier idioma.

Como podéis comprobar en este super google mapa que he tuneado yo misma, voy a dar un par o dos de vueltas, con la venia de las aerolíneas.

Viajar es fácil, sólo es cuestión de seguir las flechas.

Está claro, ¿no? Si todo marcha regularmente bien, nos veremos por aquí. Y si no, desde la B hasta la Z hay muchos planes alternativos. Mata ne!