jueves, 23 de julio de 2015

Sake para desayunar

Así, a pelo, que para eso somos de Bilbao. Bueno, yo soy de Santurtzi y mi amiga Megumi san de Kamakura, que, como todos sabemos, está al este de Atxuri.

La idea era noble: interesarnos por el complejo proceso de elaboración del sake. Para eso, Kōbe está dotada de varias destilerías, situadas la mayoría en el barrio de Nada, alguna con tantos años de tradición como la Hakutsuru, que se fundó en 1743. Muchas se pueden visitar (la zona del museo) y ofrecen degustación.




A la izquierda, la fábrica actual; a la derecha, la entrada al museo.

Destilar sake de la forma tradicional era complicado, largo y muy sacrificado, muy diferente de nuestros licores o del vino. Horas y horas de trabajo manual, con calor, frío, humedad, cantando para aliviar el esfuerzo... Y supongo que, cuando se podia, bebiendo sake para mitigar las penas.







Un resumen muy breve de la elaboración del sake: molida del arroz, lavado y enjuagado, cocimiento al vapor, añadido del koji, que transforma el almidón en azúcares, prensado, filtración, pasteurización, envejecimiento/embotellado. 


Total, tanto trabajo para tirarlo luego... Es tradición romper estos barriletes en las celebraciones.








Antiguos anuncios de sake, de la destilería Kiku-Masamune.

Claro, con lo laborioso que resulta, tampoco es cuestión de hacerles un feo y no probar un poco. O un mucho. De 20 grados. A las 10 de la mañana.


La de Kamakura-Bilbao catando el licor de arroz.

Tendré que probar más, porque, de momento, el sake no es lo mío. 

Esta bola que se puede ver en las puertas de las destilerías se coloca al inicio de la fabricación. Está hecha de cedro y, cuando deja de ser verde para tomar este aspecto, indica que el sake ya está listo.
Kanpai!








miércoles, 22 de julio de 2015

El artículo 9, o cómo no aprender nada del pasado

Ayer, mientras paseaba bajo la lluvia en Ōsaka (suena poético, pero realmente estaba huyendo de las hordas de turistas chinos que arrasaban Dotōnbori), me encontré con esto:



Unos manifestantes protestando por la reforma del artículo 9 de la constitución nipona, reforma que supone un giro radical para el país desde la Segunda Guerra Mundial. A partir de ahora, podrá
ayudar a sus aliados en intervenciones militares fuera del territorio japonés. Este cambio es rechazado, según una encuesta de la agencia de noticias Kyodo, por el 60% de la población.

Ya unos días antes, mientras también paseaba, bajo el shirimiri de Hakuba, pero sin huir de nadie esta vez, ya había encontrado esto:

El cartel de la izquierda es sobre el artículo 9; el de la derecha, sobre el TPP, un acuerdo comercial entre países del Pacifico, de similares características a nuestro TTIP.

Digamos que Japón no es un lugar donde se encuentren habitualmente manifestaciones, ni donde las paredes estén tatuadas de carteles políticos. La oposición a esta medida es muy alta, y las repercusiones que podría tener... Japón en guerra? 

Para dar forma a la protesta, los manifestantes de Ōsaka entregaban un panfleto (junto con un paquete de pañuelos, una práctica habitual de repartir propaganda de cualquier tipo en Japón) en el que se incluye una postal que se puede enviar al gobierno diciendo NO a esta reforma.









viernes, 17 de julio de 2015

El tren chuchu

Cuando pensamos en trenes en Japón, podríamos creer que el shinkansen (新幹線🚅) o tren bala es el único, y que, como mucha gente erróneamente supone, todo en este país funciona a base de supermegatecnología avanzadísima. 

Pues en este trenazo estoy ahora:


Y funciona, con su silbato chuchu, como un campeón, bamboleándose, desplazándose con muchas pausas y sin prisa por el Japón profundísimo, de Minamiotari a Itoigawa. 







Pero si tiene hasta baño!!!! Hiper limpio y con papel; Japón profundo, pero sigue siendo Japón.


Por supuesto, llega cuando tiene que llegar. Preparados para las cuatro estaciones, línea JR Oito!


Lo que no entiendo es por qué no hay una foto con lluvia a mares, que tiene su mérito no resbalarse...



viernes, 10 de julio de 2015

San'in Kaigan, geopark de Tottori

O lo que es lo mismo, una costa de granito remachada con islotes y calas, formada al separarse el actual Japón de Asia, hace unos 70 millones de años.
Dentro foto:











Si buscamos datos prácticos, más fácil y más práctico imposible: en la oficina de turismo de Tottori (en la estación, saliendo a mano derecha) te preparan el pack. Por un lado, está el servicio de tres horas de taxi por 1000 yenes (a 7,6 euros, tirado), que se puede combinar con el paseo en barco. El taxista te lleva hasta el minúsculo puerto, donde pagas otros mill yenes por una media hora de navegación, te recoge al terminar y, si no quieres comer en la tasca que hay allí mismo porque estás llena, aunque te tiente mucho el olor a guiso de mar, te lleva a dar una vuelta por la costa, parando cada poco para ir retratando los rincones y de paso idear escapadas playeras.

Cuántos placeres por tan poco: el brillo del granito (gusto de geóloga frustrada), el mar bamboleando la chalupa, la amena conversación del taxista, que no sé si potencia más mi oído para el japonés o mis dotes telépatas... Se remata el día con una puesta a remojo en Hamamura Onsen, ahora ya en tren por mi cuenta, a 20 minutos de Tottori:

El detective Conan decora varios trenes en Tottori.


Parece que el tiempo sí se puede parar, o es que yo llegué en un mal día. O es esa humedad del verano, el mushimushi que corroe el metal y vacía las calles. Algo que se puede respirar, oler y tocar, y hasta oír en el cricri de las cigarras.




Hay varias opciones de onsen en Hamamura, en ryokan o sólo tomar los baños. Si vamos a por el chapuzón casual, hay que ir por la calle con letreros de onsen en japonés (温泉) y tirar hacia la derecha casi hasta el final, donde encontraremos un edifico grande a la izquierda. Se paga algo más de 300 yenes y se puede elegir entre 3 pisos. El más espectacular está en el tercero, un onsen interior y otro exterior (rotenburo), con vistas a las montañas y al mar. Sopla un aire fresco que hace que disfrute aún más de mi reencuentro con las aguas termales (kimochiiii!)

Después de esto, a dormir con los deberes bien hechos... O no.

Al parecer, una cuadrilla de alegres señores de negocios en mi hotel tenían otros planes, bastante básicos: beber y gritar, reír y liarla para que el resto no pudiéramos pegar ojo. Encantadores. No me había pasado nunca, la verdad, pero eso que aprendí haciéndome entender con la de recepción para que subiera un ejército con cubos a agua fría a aplacar a los salary man. Me consuela que ellos trabajan hoy, y yo no. 


miércoles, 8 de julio de 2015

Tottori Sankyu: la duna de Tottori

Aún a riesgo de repetirme como el ajo, estoy en Japón. Sí, otra vez (van cuatro con esta). Sí, hay más sitios en el mundo, de hecho acabo de estar en Turquía, pero allí fui con mi chico y tengo por costumbre hablar con él habitualmente, lo que me quita tiempo para escribir (excusa, no hablo constantemente, aunque a él a veces se lo parezca). Aquí he venido sola y, la verdad, contar cuatro cosillas por blog me entretiene y prevengo males mayores, como hablar sola, o con el televisor, complicado esto último, porque hablan todo en japonés y todavía no me da para tanto. También ayuda la diferencia horaria, que la gente en Europa está trabajando y no sacan tiempo para mis historias de que por fin he visto la famosa sandía cuadrada, pero no le puedo enviar una foto porque la cámara se niega a transmitir una foto en raw. O de que he visto el menos famoso desierto japonés.

Desierto, desierto, pues no es. Es una duna de 16km de largo y unos 2 km de ancho situada en la costa de la ciudad de Tottori, a unos 20 minutos en autobús de la estación de tren. 

Al otro lado de esta montañita de arena está el mar:



Una de las ideas para atraer al turismo a esta duna es el paseo en camello, pero hoy, día en el que he disfrutado plenamente del tsuyu o lluvia de verano japonesa, no se veía ni rastro del simpático bichejo. Era momento, pues, de paseos y fotos bajo el paraguas.








Como complementos, un museo geológico (todo en japonés) y un museo de esculturas de arena, con esta sorpresita:


No sabía si sentirme sopapeada o sólo reírme un rato. La escultura en cuestión forma parte de una exposición dedicada a Alemania, con lo más relevante de su cultura e historia: Ana Frank, los hermanos Grimm, la imprenta, los castillos "Disney" y el poderío de la actual Alemania: en BCE, la catedral de Colonia, el euro, los coches y el fútbol. Al pelo para los días que estamos viviendo. Habrá que volver la semana que viene a ver si la escultura necesita algún retoque... Es lo que tiene utilizar arena, que no es un material muy resistente.

Datos prácticos: como ya he dicho, se llega en 20 minutos en autobús (lento autobús) desde la estación de Tottori. En esa misma estación hay dos oficinas de turismo, un pequeño stand en la puerta y una más grande saliendo a la derecha, donde un señor muy amable os forrará a folletos y explicaciones sobre toda la prefectura. No sólo habla inglés, sino que también me dio las gracias en castellano.  El mundo es pequeñísimo.
Si alguien se preocupa por que se le llene el calzado de arena, tranquilidad, que está todo pensado: en la entrada del museo geológico hay unas estanterías con chanclas tipo crocks para quien quiera usarlas. También hay unos lavaderos de pies para no llevarse la arena a casa.