viernes, 25 de octubre de 2013

Al vapor

Será vicio, diréis. Tal vez, pero meter las carnes en agua caliente, en mitad de una noche gélida, bajo la lluvia, sin miedo, que para eso somos de Bilbao (o de Santurtzi, mejor todavía) mientras el vapor sube, el sulfuro se mete por la nariz, los músculos flotan, y el mundo se desdibuja, como a Mafalda cuando comía helados, es meterse en una burbuja, en un mundo fantástico donde los demonios de ojos brillantes danzan hacia las nubes blandiendo sus espadas contra el tifón y extraños animales con cuernos y antenas se esconden entre los árboles y se camuflan en la niebla.

Eso es un rotenburo donde terminan las carreteras. Otra carretera de ensueño, bordeada y a veces borrada por el bosque, rojo, verde, negro, amarillo, rojo otra vez. Subiendo hasta los pies del monte Kurikoma, el Sugawa onsen. Después de un día sumergida en otro elemento, en una baño de cultura japonesa de mano de Megumi san, que es una excelente guía. Ahora sé qué es lo que veo y lo que como, ¡todo una avance!. En serio, las cosas que me habré comido sin saber si era animal, vegetal o ser mitológico.

Dando datos: pueblo de Hiraizumi, patrimonio de la humanidad, en Iwate, Tohoku. Tohoku. Hoy hemos visto muchos turistas en Hiraizumi, y entre ellos muchos japoneses, que vienen hasta aquí no sólo por el lugar en sí, sino también para ayudar a la gente que sufrió el terremoto de 2011. Nos comentaban en el museo que ha habido un aumento considerable de las visitas, fruto, creen, de la solidaridad.

No sólo es una cuestión de solidaridad. Si alguien quiere simplemente ver otro Japón, después de las grandes citas con Tokyo, Kyoto y compañía, esta es una muy buena zona. Naturaleza, historia, bolas de mochi:

 

Mucha historia, y muchos templos. El más visitado, Chūson-ji, fue fundado en el año 850, aunque el esplendor se lo dio Kiyohira, el fundador del clan Ōshu Fujiwara, en el siglo XII. Después de la guerra de los 9 años, fueron tantas las pérdidas humanas sufridas, entre ellas su mujer y su hijo, que buscó consuelo en la construcción de un lugar de paz budista. Completado en 1124, la joya del complejo es el Konjikidō, un altar en honor de Amida, totalmente recubierto de paneles de oro. Lugares como este hacían llegar leyendas a occidente del país del oro, Cipango. Marco Polo lo situó en el punto de mira, pues lo chinos le hablaban de los pabellones dorados de Japón, y otros navegantes empezaron a interesarse.

Estatua de Bashō, el gran poeta, que dedicó varios haikus a Hiraizumi

 

Competición de crisantemos dentro del recinto de Chūson ji
Torii deconstruido

Otros templos en este recinto, o en otros lugares de Hiraizumi, como Takkoku no Iwaya, con su Buda esculpido en la roca, el museo, las excavaciones de la residencia de Kiyohira, las gargantas de Geibi y de Gembi... sí, yo creo que da para mucho. Una pieza en especial me ha fascinado: el canon en oro y plata sobre papel azul. Qué tensión tener que escribir todos esos kanjis con una tinta tan cara y sin equivocarse ni un sólo trazo. Se me ponen los pelos de punta.

Takkoku no Iwaya
Takkoku no Iwaya
Takkoku no Iwaya

 

Takkoku no Iwaya
Takkoku no Iwaya
Takkoku no Iwaya
Takkoku no Iwaya
Garganta de Gembi
Hábil método comercial para vender té y sándwiches de un lado a otro de la garganta
Garganta de Gembi

 

Como he dicho, hoy tenía a mano a quién preguntar "¿qué es esto? ¿y eso? ¿y lo de más allá?". Aquí van unas cuantas curiosidades:

  • En vez de hacer un graffiti "Keisuke estuvo aquí", la costumbre era poner una especie de pegatinas, せんじゃ (senja), con el nombre del Keisuke de turno (en la parte superior de la foto) en los templos. De eso ya, nada, prohibido, que en el cartelito de abajo lo pone bien claro.
  • Gate ball: a eso está jugando este animado grupo de jubiletas. Similar al golf, pero se trata de pasar la pelota por una pequeña portería (gate).
  • ¿Y esos saquitos tan monos al lado, otra vez, del famoso Keisuke? Se trata de ofrendas de monedas de 5 yenes, go yen, ya que suena parecido a fortuna, y se busca atraer a la susodicha.
  • Para terminar el post de ayer que estoy haciendo hoy (¿quién decía que no se podía viajar en el tiempo, eh, quien?, este sí que es uno de los sitios más raros que he visto. Un parque de atracciones fuera de uso, que es su momento se llamó Sahara Park. En medio del Japón profundo, con chulería. El hecho de que el día estuviera pertinazmente gris y lluvioso le daba un aire aún más trasnochado. Encantador.

 

 

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