domingo, 20 de octubre de 2013

Bolitas verdes y osos (completado)

Para los que sufrían solidariamente con mi pelea con el navigator, tranquilidad. Cyndi y yo (se llama Cyndi y realmente no es de Arkansas, sino de Colorado, pero no pudo presentarse en su estado por un asuntillo con una rival de la belleza que no me ha querido detallar por ser un tema aún doloroso) nos llevamos mucho mejor desde que la puse en manos de, olvidé preguntarle su nombre, el bipolar-san que trabaja en el albergue. Permítanme la licencia de usar "bipolar" tan alegremente; es una forma de expresar sus cambios de humor en un mismo día, encantador por la mañana, huraño por la noche. Eso le puede pasar a cualquiera... Conozco a alguien que está escribiendo en un blog ahora mismo, que hace quince minutos, antes de diluirse en el onsen, era un ser insoportable. Y ahora, ya ves, un encanto de chiquilla.

Bipolar-san, pues, le ha dado un buen meneo a Cyndi y me ha preparado un recorrido estupendo, marcándome todos los puntos intermedios del itinerario: Akan, Onnetō y Mashū, tres lagos con muy diferentes atractivos. Le ha fallado, a él y a mí, caer en la cuenta de que eran un porrón de kilómetros y de que aquí para las 5 de la tarde ya es noche cerrada. De ahí mi cansancio y algo de malhumor, incrementado porque, al intentar llegar al punto de observación de Mashū, la carretera estaba cerrada.

Olvidado pues ese contratiempo sin importancia, vamos a lo bueno. Empezando por Akan, donde tenía dos objetivos: ver las famosas algas esféricas marimo y asistir a una representación de teatro de marionetas ainu.

Akan es un pueblo pequeño y muy, muy turístico; está en la orilla del lago Akan, una más de las bellezas natulares de Hokkaido, salvo por los hotelones que se han instalado en el pueblo. Pero el reclamo es el reclamo, los del hotelón y yo vamos a lo mismo, a algas marimo.

Para ver las algas, que son únicas en esta forma esférica en el mundo (hay en más lugares, pero sólo aquí en colonias de bolitas), hay que hacer un recorrido en barco por el lago. No niego que el paseo sea bonito, pero incluso la chica de la oficina de turismo me advirtió del precio: ¡1800 yenes!. Un poco abuso, creo yo. Apenas una hora de paseo, muy interesante, cierto, pero, lo que es las marimo, no se ven en las aguas del lago, ya que es raro que estén a flote, sino en unas peceras instaladas en un islote dentro del Akan-Ko. Eso sí, al verlas, se te olvidan los yenes, y sólo puedes observar hipnotizada. Para los ainu eran el espíritu del lago, les tienen un gran cariño y desde hace algunos años celebran la Marimo matsuri, la fiesta de las marimo, ya que están en gravísimo peligro de extinción. 200 años para llegar al tamaño de una pelota de béisbol, no es de extrañar que transmitan tanta delicadeza, verlas flotar es ver una sutil danza centenaria. Reitero la súplica que hacen las guías: no comprar las algas que venden en frasqueras por todo el pueblo. Ni idea de cómo se permite que se venda una especie vegetal que está en riesgo.

 

El embarcadero y la zona de pescadores

 

El barco, los dibujitos que no falten

 

 

 

 

 

 

 

En este islote del lago están nuestras amigas redondas

 

 

 

 

 

Segundo plan del día: pueblo ainu y teatro de marionetas. Esperaba más del poblado, las tiendas de artesanía no dejan ver el bosque... La representación me ha gustado mucho, los actores han estado entregados, a pesar de que el público éramos cuatro personas (eso, cuatro exactamente, hay varias representaciones diarias y tal vez un domingo a la una del mediodía sea un horario difícil), las marionetas eran originales y muy bien manejadas. De hecho, he reído y sufrido con el oso, aunque no os quiero espoilear el final, no diré más.

 

 

 

 

 

 

 

A estas alturas ya veía que el día se iba a hacer corto. Pero un plan es un plan, hasta que pase a ser el plan B. El siguiente punto del A era el lago Onnetō, pequeño, pero de alpina belleza fría. Complicado de acceder por una estrecha carretera con sitio sólo para un coche. Aún más complicado si te cruzas con un autobús, hay que prestar atención a los espejos colocados en las curvas. Las carreteras de Japón probablemente sean las mejor señalizadas del mundo (¿existirá ese dato?)

 

 

 

 

 

¿Qué le falta a este post? Sí, las fotos, por ejemplo. Repasar los errores, las palabras inconexas. Alguna explicación más, seguro. La historia de mi primer encuentro con el natto, eso es para contarlo. Pero ya lo he dicho: muchos kilómetros y pocos onsen, igual a cansancio. Todo llegará.


Y llegó, ya está más o menos. Lo del natto será en otro momento, preparad los estómagos.

 

sábado, 19 de octubre de 2013

Por tierra, agua y aire

Por tierra: datos, interesantes o no, sobre conducir en Japón. Como me presupongo que la mayoría, si va a conducir, alquilará el coche aquí (si queréis venir por tierra con vuestro coche, creo que hay un ferry desde Vladivostok, que no sería el primer caso), empezaré por desmitificar el tema del precio. Caro, pero no tanto, depende, por supuesto, del coche, y de los días que lo queráis. Así, puede llegar a salir por unos 50 euros al día, que es lo que te viene a costar en muchos sitios de Europa y, mira, también en Chile, pero aquí la calidad es infinitamente superior.

GPS, más conocido como navigator. Un infierno, al menos el de mi coche. De hecho, aún no sé cómo funciona. No tiene menú en inglés, así que le introduzco el dato del destino, tal y como me enseñó una de las trabajadoras del anterior hostel: pulsar Navi, luego el tercer botón, meter el número de teléfono de la dirección a la que vas, y dar al botón de la derecha. "¿Segura qué no hay que hacer nada más?", contesté, más bien incrédula. "Sí, sí, ya está." "¿Y con eso me sale la voz en inglés?", esa americana tan maja que me avisa con mogollón de tiempo de que tengo que "turn left in 400 hundred meters", pero sin pronunciar la "t", del mismo Arkansas ella. "Sí, sí, ya está" perdiendo la escasa paciencia que tenía, poco don de gentes para trabajar en un hostel. Pues no, no es suficiente, para que me hable y me salga el mapa, le tengo que dar a un montón de botones más, que nunca recuerdo, y apagar y encender el motor, la solución infalible, el mejor invento de la humanidad después de las lavadoras e internet (curiosamente, muy útil para que funcione el segundo). Pensaréis que en la oficina de alquiler me podían haber explicado... Podría haber sido así, pero no, no sabían inglés, me hicieron el favor de buscarme el teléfono del hostel, tocaron esos botoncitos mágicos, surgió la voz de miss Arkansas y, al salir del garage, como al salir de Rivendel, "Mordor, Gandalf, left or right?". Así llegué a mi primer destino, y supuse que ya me las arreglaría en los siguientes. Me las arreglo, pero sigo sin saber cómo. Encontraréis más datos sobre estos navi nipones en los foros (ahora los he leído, a buenas horas). Para ir a destinos sin teléfono tienen unos "map code" que, al parecer, facilitan en las oficinas de turismo.

Estilo de conducción: atención, estimado público. Hecho: en Japón no hay rotondas. Al menos, no en Hokkaido, y llevo unos 500 kms hechos. ¿Cómo se las arreglan? Pues como buenamente pueden, claro. En los cruces, el semáforo verde te da derecho a ir de frente, y si quieres ir a derecha o izquierda, esperas a que haya hueco. Por ahora no he visto tráfico muy denso, ni en Sapporo, así pueden funcionar que si no... Y si alguien creía que con lo educados que son, discretos, celosos de expresar sus sentimientos, no iban a usar el claxon, nada, otro mito destruido. Lo usan. No me preguntéis por qué lo sé, pero lo usan. Algunos semáforos en rojo, al igual que en el resto del mundo, son optativos. Lo que sí tienen es dedo para marcar el intermitente, ese que mucha gente tiene atrofiado en Europa y América.

Límites, señalización: hoy me he percatado de que las señales de stop no son hexagonales, sino triangulares, como las de ceda el paso. No questions, please. En cuanto a los límites de velocidad, había leído que en Hokkaido había muchos accidentes, en comparación con el resto de Japón, y que eran muy estrictos con los controles de velocidad. Se van a forrar a multas, porque si pones límite de 50 kms en una carretera secundaria y de 70 en una autovía, eso es utópico y puro afán recaudatorio. Ah, y 80 en la autopista, pero estaba lloviendo, ya veré lo que se puede si no llueve.

Toda esta chapa, por si a alguien le resulta útil y para descargar mis divagaciones, porque yo creo que la americana no es muy charlatana, sólo le interesan los cruces, va a lo suyo, por suerte para mí. Que no se entere de que hoy no me fiaba de ella y he sacado un par de veces mi GPS de monte, por comprobar si íbamos a donde íbamos o a Vladivostok.

Si no os interesa el tema de las tribulaciones automovilísticas: hoy he recorrido 200 deliciosos kms. por el norte de Hokkaido, desde Daisetsuzan hasta el parque nacional de Akan, y ha sido fantástico. El día fresco, soleado y despejado; los paisajes, abrumadores. Colinas suaves coloreadas con un collage de otoño, tantos tonos en una misma ladera, todas las gamas del ocre, los verdes, unas motas de negro de los abetos. Por encima de la colinas, formando coronas y murallas, las cumbres nevadas, brillantes bajo el sol frío. El primero que se me ha insinuado, el Asahidake:

Tendréis que creerme los tonos de las montañas, porque no podía parar más que a lo básico, era un camino largo. También creeréis, espero, que hay una gran, enorme, ingente cantidad de granjas y tierras de cultivo. Que apenas hay toriis (con lo que me gustan), y que las viviendas son casi todas estilo occidental, hay muy poco jardín tradicional japonés, ni tejados grises con las puntas redondeadas. En muchos rincones se podría pensar que estaba en otro país. Es lo que pasa con los tópicos.

Por agua: después de tanto coche, he llegado al hostel suplicando por caminos para hacer aruite, aruite (andando). ¿Os acordáis del señor aquel de Karate Kid, el que cazaba la mosca con los palillos? Debe ser que dejó en cine y puso un hostel aquí, igualito, igualito. Si cojo confianza daré pruebas gráficas. Bien, él me ha dicho de un rotenburo en el lago, a media hora del hostel. Rotenburo, no hay que decirme más. Luego resultó que era "el" rotenburo, uno que sale en las fotos promocionales con unos cisnes y unas japonesas muy moñas bañándose. Mis fotos son otras:

Lago Kussharo-Ko, con la isla Naka jima en el centro
El rotenburo Wakoto, al sur del lago Kussharo

Este rotenburo es "medio" salvaje. No hay taquillas, ni duchas, sólo una caseta de madera por si alguien se quiere desnudar dentro. Es mixto, claro, aunque hay una pequeña división entre zona de hombres y de mujeres. Para mí ha sido de los mejores en los que he estado, una paisaje tan delicadamente bello, el lago, la isla, las montañas...

Por aire: entonces, cuando estaba disfrutando del agua caliente, del cielo increíblemente limpio, han pasado los cisnes volando.

Bueno, pues ya está hecho el día.

 

 

viernes, 18 de octubre de 2013

Del fulgurante invierno al esplendor del otoño

Así ha sido. En unas horas, los bosques espléndidos de color otoñal se cubrieron de blanco; y, en unas horas, la nieve se va derritiendo y reaparecen, al menos hasta que la victoria sea definitiva, los ocres, rojos, en miles de matices, y no doy abasto a parar, a respirar, a retener esos tonos de alguna forma que sea aún más perenne que el jpg.

Tras este preludio con final digital, vamos al monte. Se trataba de subir (¡ja!) al Asahidake. Primero en el funicular y luego a tracción humana. Imposible, infranqueable, al menos si no quería salir en las noticias. Nieve hasta el cuello, hielo, bruma, una locura sin el material adecuado y en solitario. De consolación, un bonito paseo circular para ver unas fumarolas, porque, como muchos montes de Japón, el Asahidake es un volcán. Las fumarolas por sí solas ya se merecían el precio del funicular (2800 yenes ida y vuelta, un poco sablazo) y hundirse un par de veces hasta la cintura, que por nieve hoy no habrá sido (una gozada, sólo me ha faltado un trineo).

 

Comprobando la maquinaria del funi

 

Vistas hacia abajo

 

Si parece que clarea y toto

 

¡Vaya!

 

Las bajo cero en punto

 

 

 

 

Un rayo de sol

 

Primeras fumarolas

 

Ahí estás, Asahidake, te apunto en la lista

 

Fumarolas a todo gas (chiste fácil, lo siento)

 

Chupitel estilo gancho
Por si queda algún oso despierto

Hablando de osos, he caído en la novatada y me he comprado el cascabel. Lo he llevado colgando un rato de la mochila, hasta que me ha podido el ridículo... Nadie llevaba cascabel, quizás esa zona no es de paso de úrsidos. Hasta con la niebla se les vería a la legua, en un paisaje tan blanco.

Al final, lo dicho, he empezado a subir un poco hacia la cumbre, pero no, me veía en los periódicos. Y no es plan, ya habrá otros montes que se dejen sin ponerlo tan difícil. Otra vez será.

 

Dudando entre pasar el resto del día a remojo o investigar más opciones, he encontrado una que parecía factible: bajar a Asahikawa a visitar el museo ainu. Era la misma carretera por la que había subido el primer día, y, en medio de la tormenta de nieve, me pareció vislumbrar colores otoñales; no estaba muy segura, porque el temporal no me permitía poner atención más que a la carretera.

Pero mira, hoy sí, hoy los he visto bien a gusto. Un auténtico desparrame de otoño.

 

Sobre el pueblo ainu, un par de datos: que apenas quedan 25.000 individuos que puedan asegurar que tengan parte de ainu, que la cultura y el idioma están prácticamente extintas a pesar de los esfuerzos para revitalizarlas y que se decía que eran "blancos" (simplemente, eran diferentes de los asiáticos más cercanos, lo que facilitó el racismo). Desaparecieron como pueblo, y muy rápidamente, con la ayuda de una legislación que buscaba la asimilación, con la consecuente pérdida de su identidad. Cualquier desaparición de una cultura, de un idioma, es una desgracia para toda la humanidad. De ahí que me interese por los ainu, sin que eso evite el sentimiento de tristeza, la sensación de que es más un reclamo turístico que una auténtica sociedad. O me equivoco de pleno, no soy historiadora ni antropóloga, mis datos son la simple observación.

Algunas fotos del museo ainu de Asahikawa:

Reconstrucción de vivienda tradicional
Interior de la vivienda
Familia ainu
Embarcación
Retrato de mujer ainu

Mañana, por fin, me voy del Daisetsuzan Shirakaba Sou Youth Hostel. "Por fin" no por mi, que estoy más que contenta, se come muy bien, mi habitación de tatami es genial, el rotenburo también... Pero desde el mismo momento en que llegué, lo primero que me dijeron era que podía cancelar sin ningún problema e irme cuando quisiera, ya que, debido al temporal, tal vez no podría hacer lo que tenía pensado. Bien, la primera vez me pareció correcto, la segunda, extraño, y cuando me han dicho que mejor me voy mañana sin desayunar, porque si no, puede que no llegue a tiempo a Kussharo, ya me ha parecido excesivo. De los tres días que he estado, dos de ellos he cenado y desayunado yo sola, porque no había más huéspedes. Pues mala suerte, pero yo no me voy sin desayunar.