miércoles, 8 de julio de 2015

Tottori Sankyu: la duna de Tottori

Aún a riesgo de repetirme como el ajo, estoy en Japón. Sí, otra vez (van cuatro con esta). Sí, hay más sitios en el mundo, de hecho acabo de estar en Turquía, pero allí fui con mi chico y tengo por costumbre hablar con él habitualmente, lo que me quita tiempo para escribir (excusa, no hablo constantemente, aunque a él a veces se lo parezca). Aquí he venido sola y, la verdad, contar cuatro cosillas por blog me entretiene y prevengo males mayores, como hablar sola, o con el televisor, complicado esto último, porque hablan todo en japonés y todavía no me da para tanto. También ayuda la diferencia horaria, que la gente en Europa está trabajando y no sacan tiempo para mis historias de que por fin he visto la famosa sandía cuadrada, pero no le puedo enviar una foto porque la cámara se niega a transmitir una foto en raw. O de que he visto el menos famoso desierto japonés.

Desierto, desierto, pues no es. Es una duna de 16km de largo y unos 2 km de ancho situada en la costa de la ciudad de Tottori, a unos 20 minutos en autobús de la estación de tren. 

Al otro lado de esta montañita de arena está el mar:



Una de las ideas para atraer al turismo a esta duna es el paseo en camello, pero hoy, día en el que he disfrutado plenamente del tsuyu o lluvia de verano japonesa, no se veía ni rastro del simpático bichejo. Era momento, pues, de paseos y fotos bajo el paraguas.








Como complementos, un museo geológico (todo en japonés) y un museo de esculturas de arena, con esta sorpresita:


No sabía si sentirme sopapeada o sólo reírme un rato. La escultura en cuestión forma parte de una exposición dedicada a Alemania, con lo más relevante de su cultura e historia: Ana Frank, los hermanos Grimm, la imprenta, los castillos "Disney" y el poderío de la actual Alemania: en BCE, la catedral de Colonia, el euro, los coches y el fútbol. Al pelo para los días que estamos viviendo. Habrá que volver la semana que viene a ver si la escultura necesita algún retoque... Es lo que tiene utilizar arena, que no es un material muy resistente.

Datos prácticos: como ya he dicho, se llega en 20 minutos en autobús (lento autobús) desde la estación de Tottori. En esa misma estación hay dos oficinas de turismo, un pequeño stand en la puerta y una más grande saliendo a la derecha, donde un señor muy amable os forrará a folletos y explicaciones sobre toda la prefectura. No sólo habla inglés, sino que también me dio las gracias en castellano.  El mundo es pequeñísimo.
Si alguien se preocupa por que se le llene el calzado de arena, tranquilidad, que está todo pensado: en la entrada del museo geológico hay unas estanterías con chanclas tipo crocks para quien quiera usarlas. También hay unos lavaderos de pies para no llevarse la arena a casa.

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